Probablemente te habrá pasado que cuando te propusiste tomarte en serio tu relación con la escritura creativa, te creaste un plan ambicioso de práctica.
Puede que inmediatamente te hicieras una lista con todos los relatos de escritura creativa que querías escribir para mandar a este o aquél concurso. Más la novela sobre ese gran tema que lleva tiempo en tu cabeza con el fin de mandarlo a alguna editorial y, sin olvidarte, de ese blog con cuyo dominio ya te hiciste hace tiempo.
Sin embargo, el tiempo va pasando y puede que hasta el momento no hayas puesto una línea sobre papel.
Y lo peor de todo, cada vez que lo has intentado, no veas la de obstáculos que se te han presentado. De repente, un trabajo que corre mucha más urgencia, una llamada telefónica que hay que contestar AHORA, o ese mail que ya no puede esperar.
Lo más normal es que te hayas dicho a ti misma: ¿Sabes? Cuando termine de ordenar esta montaña de papeles, conteste todos los emails retrasados y termine con estos dos trabajos, me prometo a mí misma que me pondré a escribir.
Me lo prometo.
Un par de meses después, aún no te has puesto a escribir. Y ¿sabes qué? La montaña de papeles sigue ahí de todas formas.
Lo sé porque a mí también me ha pasado.
Después de la publicación de mi primera novela, fui madre.
Las piezas del rompecabezas que componían mi mundo parecían estar todas fuera de lugar, y yo por mi parte me entregué de cuerpo y alma al maternaje.
Cuando de nuevo me volvió a surgir el deseo de escribir, no sabía por dónde empezar. Tenía miles de ideas, poco tiempo y muchas cosas más urgentes que hacer. Así que nunca empezaba.
Me sentía igual que cuando me había mudado de casa cuatro años antes.
Los meses habían ido pasando y yo seguía durmiendo entre cajas sin abrir con la palabra “mudanza” escrita sobre sus tapas.
Cumplía con mi trabajo, salía con mis amigos, cocinaba, dormía…pero no abría ni una caja. Estaba bloqueada porque no sabía por dónde empezar a desembalar.
Y cuanto más lo posponía, más pereza me daba.
Fue entonces cuando me sirvió el gran consejo que mi amigo Willem me dio:
“Empieza por ordenar una esquina de la casa”.
El primer día después de hablar con él, libré de cajas una esquina de la casa, coloque el sillón, una lámpara y abrí la caja de mis libros favoritos.
El segundo día, amplié el cerco de aquella esquina y abrí otra caja más: la de los albúmenes de fotos.
El deseo porque esa esquina fuera ganando terreno en mi casa se hizo más fuerte que el deseo de escaquearme de mi casa, quedar con amigos o evadirme con mis obligaciones.
Cada día, nada más levantarme me ponía manos a la obra, expandía el límite de mi esquina unos centímetros más y, como mínimo, abría una caja más.
Sí que había mails que responder y obligaciones que cumplir.
Pero antes que nada ampliaba el cerco de la esquina ordenada de mi casa.
Si alguien me llamaba por teléfono, no contestaba o decía que estaba trabajando y aún no podía hablar.
Poco a poco toda la casa terminó por estar ordenada. Un mes después pude por fin tirar mis cajas de mudanza al contenedor de reciclaje. Me senté en la esquina con aquel sillón y lámpara donde todo había empezado y me prometí llevarlo todo en mi vida a ese ritmo : “caja por caja”.
Así que cuando me encontré ante el gran desafío de querer volver a entablar una relación con la práctica de mi escritura creativa, me acordé de la teoría de la “caja por caja”, y empecé reservando una hora de la mañana de todos los lunes a mi escritura creativa.
El cerco fue creciendo y ahora tengo esa hora todos los días laborables de la semana.
Por eso sé que esta fórmula de la “caja por caja” te puede ayudar a hacer sitio para la escritura creativa en tu vida:
1. Empieza con muy poquito, tan sólo con una caja.
Si empiezas desde cero, tu caja puede ser una sesión de escritura de los 10MIN que te propongo en mi manual gratuito, una vez a la semana, hasta ir ampliando a los cinco días de la semana.
Si se trata de retomar tu escritura creativa, tu caja puede ser una sesión de media hora a la semana de escribir aquello que quieres.
Escojas lo que escojas, no te olvides de ir ampliando semanalmente el cerco que rodea a la práctica de tu escritura creativa.
2.Ten siempre presente lo importante que es para ti escribir.
Justo cuando te propongas la importante tarea de abrir esa caja, se te ocurrirán miles de cosas urgentes que hacer antes.
No te olvides de que lo importante en ese momento corre más prisa que lo urgente. Y para ti escribir es muy importante.
3.Si alguien te llama, aprende a decir que estás trabajando.
Abrir la caja de tu escritura creativa es tan importante para ti como tu trabajo o más. Si alguien llama y le dices “estoy escribiendo”, te seguirá incordiando, si alguien llama y le dices “estoy trabajando”, te dirá: “te llamo luego”.
Empieza a hacer sitio a la escritura creativa dentro de tu vida.
Créeme, una vez que empiezas, no tardarás en conquistar todo el terreno.
Si tienes otras estrategias que empleas para crear tiempo para la práctica de tu escritura y defenderlo a capa y espada, me encantará conocerlas. Y estoy segura de que a otras personas también les servirá de mucho.
¿Cómo creas tu tiempo para tu escritura creativa?
Y ¿Qué haces para defenderlo a capa y espada?
Cuéntamelo en los comentarios aquí abajo.
Gracias por el artículo y los consejos! Yo me sigo sintiendo culpable cada vez que me siento a crear, porque es divertido, porque me encanta hacerlo, y me aparecen los pensamientos-resistencias, voces interiores, que me dicen «no es serio» y «que estoy perdiendo el tiempo». El decir (a otros, a mí misma), como tu aconsejas, «estoy trabajando» es un grandísimo paso.
Me alegro alicia. Así es. De todo lo que he probado, decir «estoy trabajando» es lo que mejor me ha funcionado….no es un «hobby» como nos han hecho creer…