A primera vista el método Suzuki no tiene nada que ver con la escritura creativa. Al fin y al cabo es un método para aprender un instrumento musical. Pero las apariencias engañan.
Conocí el método un día que estábamos en la biblioteca central de Ámsterdam y Lara, que entonces tenía unos 3 años, escuchó cómo un chico ciego tocaba la canción de la película de Ameli en el piano que hay en el hall central.
Cada vez se acercaba más gente a escucharle, flotaba cierta magia en el aire y Lara permanecía inmóvil. Me pidió que me agachara y al oído me susurró que quería saber tocar el piano.
A mí, con sus 3 añitos me parecía un poco pronto para empezar, hasta que encontré un folleto que hablaba de las clases de piano del método Suzuki para niños a partir de 3. Para entonces Lara ya tenía casi 4, pero aún seguía empeñada en tocar el piano, así que me animé a intentarlo.
La sorpresa fue que con el método Suzuki no sólo aprende la niña sino que tú como madre también debes aprender para convertirte así en su coach musical.
Creo que cuando acepté, no sabía aún muy bien que significaba eso de ser coach musical ni qué iba a suponer para mí.
Significa que teniendo en cuenta que a una niña tan pequeña le encanta tocar el piano, pero no practicar y que para aprender a tocar el piano, se necesita practicar, pues que tú como su coach te las tienes que ingeniar para convertir su práctica
- en un juego,
- en algo divertido,
- en algo que enganche,
y en algo que sea tan fuerte que se convierta en pura motivación.
¿Te suena?
Sí, ya ves por dónde voy.
Se parece a la misión que me he propuesto con CREANDO.
Ya que eso es exactamente lo que yo considero que debo hacer para que a ti que te encanta escribir, pero no practicar, aún sabiendo que para escribir, se necesita practicar, conviertas tu práctica de escritura:
- en un juego,
- en algo divertido,
- en algo que enganche,
y en algo que sea tan fuerte que se convierta en pura motivación.
Bueno, y confieso, no sólo para ti, también para mí, pues todas estas formas de automotivación ingeniadas para la práctica de piano de Lara, las he utilizado primero con mi propia escritura.
Quizás te parezcan infantiles, pues al fin y al cabo, están pensadas para niños de entre 3 y 6 años, para que de un modo lúdico conozcan la autodisciplina.
Pero creo sinceramente que cuando se trata de sentarse a escribir, podemos comportarnos igual que una niña de 3, llegando a procrastinar hasta con algo ridículo que daría vergüenza confesar.
Así que esta estrategia para motivar tu autodisciplina funciona, te lo juro.
En pocas palabras, en Suzuki se trata de utilizar RETOS y registrarlos.
Aquí te muestro los 3 retos que están inspirados directamente en la práctica Suzuki de piano de Lara.
1. El reto de las 100 casillas
Se trata de utilizar una de estas páginas en las que tienes 100 casillas para “colorear” o “marcar” cada día que has completado tu práctica de escritura. Si eres suscriptora mía, probablemente te sonará esto de las casillas por mis ESPUELAS.
En este enlace AQUÍ, puedes descargarte gratuitamente todas las juguetonas hojas del 100 days challenge creadas para la práctica de piano, pero que tú las puedes utilizar para la práctica diaria de tu escritura. Son las mismas que nosotras usamos.
Y, ¿qué pasa cuando has completado tu reto de 100 días de tu práctica de escritura?
Bueno, pues en el caso del piano, la profe de Lara le hace una tarta con forma de piano que le lleva a casa.
Pero lo que tú puedes hacer cuando has completado tu reto de 100 días es darte el lujo de sacar a tu escritura de casa. Yo normalmente me autoinvito a ir a mi café preferido para escribir y pedirme un café con tarta de zanahoria.
Por una salida de esas soy capaz de escribir 100 días seguidos y más.
2. El reto de los 50 euros.
Para este reto necesitas 2 pequeños recipientes y el mayor número de monedas de céntimos de euro que puedas conseguir por casa.
Te las colocas a la cabeza del altar donde practicas tu escritura. Cada día, al terminar tu práctica, pasas una moneda del recipiente lleno de monedas al recipiente vacío.
Cuando hayas conseguido pasar la cantidad de 50 euros en céntimos de un recipiente al otro, ¡bingo!, puedes ir a gastártelas a una tienda de papelería y comprarte uno de esos cuadernos que llevas ya tiempo deseando, o un buen bolígrafo.
O a una librería y comprarte una nueva novela que tienes en tu lista desde hace tiempo.
Al menos, yo es eso lo que hago. Son, digamos, mis 2 mayores vicios.
La profe de piano de Lara tiene para este caso una cesta de fieltro llena de lápices en forma de clave de sol, borra gomas con notas musicales y reglas con las teclas de piano, por nombrar algunas de las divertidas chucherías musicales que encuentra no sé dónde.
3. El reto de comprar tiempo.
Este a mí me funciona muy bien, porque hay una cosa con la me suelo autoengañar muy hábilmente para procrastinar, y es: documentarme sobre la historia en la que estoy trabajando.
Por ejemplo, si en mi historia aparece alguien que tiene una panadería, puedo pasarme horas y horas posponiendo el escribir, mientras investigo sobre el tipo de harina y las técnicas de amasado de los hornos tradicionales.
Es algo que se parece a escribir, pero no lo es. Por eso a veces cuela y te saltas la práctica de ese día.
Este reto consiste en utilizar alubias para comprar tiempo. Sí, alubias, como lo oyes. Nosotras pintamos las alubias de divertidos colores, y al igual que en el ejemplo anterior, las vamos pasando de un recipiente al otro.
Cada día que completes tu práctica, te puedes pasar al otro recipiente una alubia por valor de tiempo que tú le asignes. Por ejemplo: un minuto.
Cuando tengas tantas alubias que llegues al valor de una hora, lo puedes canjear por tiempo y date el gustazo de estar una hora tan solo dedicándote a la documentación sobre el tema que estás trabajando.
No veas cómo vas a aprovechar esa hora conociendo tan bien su valor.
Con Lara también utiliza la profe piezas de Lego, por cada pieza de música que practica le va poniendo una pieza de Lego en un árbol, al final tiene un bonito diseño, y ésa es en sí la meta.
Al final se trata de engatusar a tu mente para que convencerla de hacer algo que quieres pero te cuesta.
Y te lo aseguro, la mente para estas cosas es muy juguetona y estas estrategias lúdicas de los retos te servirán.
No tienes más que mirar el modo tan infantil en el que a veces eludimos nuestro esquema o lista de cosas para hacer.
Ahora, eso sí, ten en cuenta que lo que te pongas como meta al terminar tu reto debe ser realmente atractivo para ti.
Por ejemplo, el pastel en forma de piano que la profe de Lara le prepara para cuando termina su reto de las 100 casillas, a mí me encanta. Pero Lara últimamente, con eso de que la profe no utiliza azúcar y la receta es de estas crudivorista, me está empezando a decir que no lo quiere, así que el último me lo comí yo.
Así que tenlo en cuenta y ponte como meta algo realmente seductor para ti.
Y ahora tú, ¿cuál de estos retos te animas a probar?
¿Qué meta piensas colocarte para cuando completes el reto?
Te espero en los comentarios.
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