Desde hace un par de años, siempre por estas fechas me acuerdo de lo importante que es tener un “porqué” fuerte si quieres llegar de la A a la Z de tu proyecto de creación.
Y es que en estas mismas fechas allá por el 2012 sentí una necesidad tan fuerte de crear un libro para niños que sabía que si no lo hacía, el fantasma de ese libro me perseguiría por los siglos de los siglos.
Además era una necesidad con urgencia.
Sentía que debía crearlo “ya mismo” antes de que mi hija cumpliera 3 años.
Sólo tenía un año para completar el proyecto desde la idea en mi cabeza hasta que se materializara en un libro en las librerias de Holanda.
Hasta entonces había escrito sólo ficción para adultos y no tenía mucha experiencia en escribir para niños, tampoco en ilustrar libros.
Además la editorial holandesa a la que pertenezco sólo publica libros para mayores como mi primera novela. Por lo demás, tenía cero contactos.
¿Qué hizo que me pusiera las pilas y contara la historia que quería contar en un libro para niños? ¿Que la pusiera en el mercado en menos de un año?
¿Que yo misma me animara a hacer las ilustraciones sin tener experiencia?
Y, ¿que me atreviera a realizar todo el proceso desde la impresión del libro hasta la distribución en las librerías?
Pues mi “porqué”.
Sé que si mi porqué hubiera sido la mitad de fuerte, no habría supuesto el impulso suficiente para ayudarme a terminar todo el laborioso proceso.
Y, ¿cuál era ese porqué tan fuerte? Te estarás preguntando.
Pues bien, todos los años por estas fechas llegaba a Holanda Sinterklaas (el Santa Claus holandés) en un barco acompañado de un batallón de pajes con la cara pintada de negro, los labios ampliados con pintura roja, una peluca afro y unos aretes dorados en las orejas. Sólo les faltaba un huesito en la nariz.
Estos pajes con la cara pintada de negro llamados “Black Pete” aparecen también en los libros infantiles representados como tontos, un poco payasos y ya sabes, esos a los que siempre se les olvidan las cosas, son despistados, no hablan bien el idioma pero, por cierto, sí que saben hacer acrobacias muy bien.
Casi nunca tengo la posibilidad de mostrar a mi hija birracial un personaje en los libros infantiles que represente algo de su identidad, pues esos libros apenas existen.
Y para una vez al año que puedo mostrarle un libro en el que aparece un personaje negro, resulta que está retratado como un tonto estereotipado e incompetente aunque muy gracioso.
Mi tesina de licenciatura para la que había recopilado material en la Universidad de Ciudad del Cabo, trataba precisamente de eso: de la representación intercultural en la literatura infantil.
Vamos, del efecto que puede tener en un niño el modo en el que se ve representado a sí mismo en los libros.
En temas de raza, ya sabes, es como en temas de género: si en los libros que lees como mujer apareces representada como la tonta de turno, esto desde luego no ayuda mucho a tu capacidad para creer en tus posibilidades.
Así que si yo quería leer a mi hija un libro sobre la tradición de Sinterklaas sin exponerla a las imágenes estereotipadas de una parte de su identidad, tendría que crearlo yo.
No había otra.
Y tendría que autopublicarlo yo misma, pues sabía que cualquier editorial infantil sólo me pondría pegas por la temática y me retrasaría en mi objetivo.
Y sería, por fin, un libro infantil con un personaje birracial como protagonista.
Eso lo tenía claro.
Fue esta especie de necesidad visceral que sentí en ese momento la que hizo que se me apareciera la historia una noche de noviembre de 2012 y que me pusiera manos a la obra al día siguiente para elaborar el esbozo.
Estoy segura de que fue eso también lo que puso algo en movimiento en el universo que me rodeaba para que aparecieran a mi alrededor justo las personas que el proyecto necesitaba para salir adelante.
Me recuerdo a mi misma aún en diciembre de 2012 hojeando libros infantiles en la Biblioteca de Durango durante las vacaciones de Navidad para intentar averiguar qué imprenta los había elaborado.
Esa misma noche tenía cena con mi cuadrilla de joven y, a pesar de que me daba un poco de vergüenza comentar mi loco y ambicioso proyecto, le pregunté a mi amiga Nerea que trabaja en una editorial si ella conocía a alguna de las imprentas que yo había anotado en mi cuaderno de notas.
Resultó que no sólo conocía una de ellas por su trabajo, sino que además estaba dispuesta a llevarme esa misma semana a la imprenta para conocerla y pedir un presupuesto.
Además, Nerea se ofreció a hacer la maquetación en junio cuando tuviera el libro.
Ahora sólo faltaba eso: el libro.
Y aquí es cuando me azotaron las inseguridades:
¿Cómo iba a ilustrar yo un libro? ¿Y si la historia no era lo suficiente buena? ¿Y si causaba una polémica por el tema y me linchaban?
Pero el caso es que ya había hecho públicas mis intenciones y ahora ya no me podía echar para atrás, pues todo el mundo estaba esperando “ese libro”.
Aunque tenía la historia en mi cabeza, procrastiné durante todo enero, febrero y marzo hasta que en abril me puse con las ilustraciones porque tenía la fecha de entrega para el layout con Nerea en junio.
Al escribir y dibujar la primera página pensé que quizás estaba haciendo un churro. Pero como ya sabes, en esos momentos mi mantra es: “termina este churro y luego ya veremos si lo es”.
Cada noche al ponerme con la siguiente página recordaba siempre la fuerza de mi “porqué”.
Es que el libro tenía que salir sí o sí.
No podría soportar otra temporada de Sinterklaas sin tener otras imágenes que ofrecer a mi hija para compensar las que vería en la calle con sus 3 años, ya más consciente.
Y lo conseguí.
Llegué a mi fecha de entrega con Nerea para la maquetación.
Empecé seguidamente mi campaña de crowdfunding para financiar una parte de los gastos y en septiembre un camionero tocó el timbre de mi casa de Ámsterdam con un pallet cargado de cajas llenas con el libro de “Lola’s Sint”.
El libro tuvo la acogida que yo había deseado.
Ayudó a muchas familias que al igual que yo se sentían incómodas con la tradición del modo en el que estaba representada y, lo mejor de todo, es que ese noviembre de 2013 un escritor muy famoso holandés anunció que al año siguiente escribiría un libro infantil con los pajes sin pintar.
¿Te imaginas cómo me hubiera sentido en ese momento al leer su anuncio en la prensa si yo no tuviera ya mi libro “Lola’s Sint” en las manos?
Y así fue, ese escritor sacó su libro y a él le siguieron una decena de escritores que decidieron dejar los pajes de Sinterklaas sin pintar como yo lo decidí o pintarlos de otros colores que no fueran negro. Y este año incluso hay ya un programa de televisión en el que los pajes aparecen sin pintar de negro.
Pero en la página web de Lola’s Sint sigue apareciendo con orgullo: Lola’s Sint: el primer libro con los pajes sin pintar.
Desde entonces cada vez que comienzo una nueva empresa, reviso mi “porqué”.
Ahora ya tengo una prueba fehaciente de que si mi “porqué” es igual de fuerte y visceral, estoy segura de que conseguiré terminar el proyecto.
Por eso te he contado esta historia.
El mundo está lleno de proyectos inacabados.
Si tienes claro cuál es tu “porqué”, recuérdalo siempre en el momento de sentarte a trabajar.
Te ayudará a llegar con tu proyecto hasta la estación final.
¿Te has parado a pensar alguna vez en el “porqué” de ese tu proyecto de escritura?
¿Me lo cuentas en los comentarios?
Si te interesa saber más sobre este libro, puedes consultar la página web del libro AQUÍ, que está en neerlandés e inglés. Y si crear tu propio libro infantil es algo que sientes como necesidad, ponte en contacto conmigo AQUÍ porque el año pasado ofrecí el taller «Cómo crear nuestras propias historias para nuestros hij@s» y si hay gente suficiente interesada puede que lo ofrezca otra vez en otro momento.
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Mi escritura está repleto de proyectos inacabados. Comienzo con fuerza pero poco a poco voy perdiendo las ganas. Pueden más mis miedos que mi ilusión.
La verdad es que nunca me he parado a pensar el por qué de mis proyectos de escritura. Tal vez sea algo tan sencillo como eso lo que me ayude a terminar un proyecto.
Gracias por el consejo, Kristina.
De nada Lola.
Lo mejor es si escoges uno de tus proyectos y te propones acabarlo ¡sea como sea!